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Son las dos de la madrugada en un pasaje de Maipú.
Una patrulla de la Policía de Investigaciones llega tras el llamado de los vecinos: disparos, un grito y luego silencio. En la esquina, una cámara de seguridad parpadea.
Horas más tarde, ese pequeño dispositivo será clave para reconstruir el hecho.

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El video, junto con el registro de una alarma que se activó minutos antes, permitirá establecer una línea de tiempo precisa y confirmar que se trató de un homicidio con participación de terceros.
Sin ese material, el caso habría tardado semanas en avanzar.

“Hoy, la tecnología es el nuevo testigo silencioso”, dice Carla Gutiérrez, perito de la Brigada de Homicidios de la PDI. “Las cámaras, los sensores de movimiento, las alarmas vecinales… todos esos dispositivos hablan. Lo que hay que saber es escucharlos.”

En un país donde los delitos violentos aumentaron un 45% entre 2018 y 2023, según la Subsecretaría de Prevención del Delito, las herramientas tecnológicas se han convertido en aliados estratégicos para investigadores, fiscales y peritos forenses.

1. Cómo la tecnología cambió la investigación criminal

Hace dos décadas, la resolución de un homicidio dependía casi exclusivamente de testigos oculares, declaraciones y peritajes tradicionales.
Hoy, los datos digitales —imágenes, audio, sensores y registros electrónicos— se han vuelto la columna vertebral de muchas investigaciones.

El Ministerio Público señala que en el 72% de los casos de homicidio esclarecidos durante 2024, existió evidencia tecnológica decisiva.
Cámaras de seguridad, sistemas de control de acceso, alarmas con registro de eventos y geolocalización de teléfonos fueron las principales fuentes de información.

“El crimen se mueve más rápido, pero también la investigación”, afirma Rodrigo Carrasco, fiscal adjunto especializado en delitos violentos. “La diferencia está en quién tiene acceso a la información y qué tan rápido se puede procesar.”

En muchos casos, una imagen de CCTV o un registro de alarma puede convertirse en la pieza clave para determinar la hora exacta, la ruta de escape o la identidad del sospechoso.

2. Cámaras que reconstruyen la verdad

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Los sistemas de videovigilancia urbana y privada han adquirido un rol central en las investigaciones.
En comunas como La Florida, Santiago Centro y San Bernardo, la coordinación entre municipalidades, PDI y Carabineros permite acceder a redes integradas de cámaras, combinando equipos públicos y privados.

“Cada cámara es un testigo más”, comenta Felipe Torres, técnico en videoseguridad que colabora con fiscalías en la Región Metropolitana.
“Nosotros ayudamos a recuperar secuencias, ajustar horarios, mejorar la nitidez y entregar los datos en formato compatible con los softwares de análisis de evidencia.”

En un caso reciente en Puente Alto, una cámara instalada en una botillería captó el paso de un vehículo minutos antes de un homicidio.
El detalle de la patente, cruzado con datos del Registro Civil, permitió identificar al sospechoso en menos de 24 horas.

Las imágenes, que antes servían solo para vigilancia disuasiva, ahora se procesan con algoritmos que detectan movimiento, patrones o trayectorias.
El uso de inteligencia artificial en estas tareas permite reducir los tiempos de revisión de horas de grabación a pocos minutos.

3. Alarmas y sensores: cuando el sonido se convierte en evidencia

Las alarmas modernas no solo emiten ruido: registran, comunican y almacenan información.
Cada activación queda registrada con fecha, hora y ubicación exacta.
Esa trazabilidad es valiosa para determinar secuencias de hechos en delitos violentos.

Un ejemplo es el caso ocurrido en 2023 en Quilicura, donde una alarma comunitaria registró el horario exacto de ingreso de un grupo armado en un condominio.
La información, sincronizada con las grabaciones de cámaras cercanas, permitió determinar la cronología del homicidio y el tiempo de respuesta policial.

Como se explica en el blog pilar Alarmas inteligentes en las 100 comunas más peligrosas de Chile: protección para hogares y negocios, los sistemas actuales incluyen sensores de movimiento, registro remoto y almacenamiento en la nube.
Estos avances no solo previenen delitos, sino que proporcionan evidencia verificable que puede sostener una investigación judicial.

“Las alarmas dejaron de ser solo una herramienta de prevención. Hoy son parte del expediente”, agrega la perito Gutiérrez.

4. La importancia de la cadena de custodia digital

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Toda evidencia tecnológica debe cumplir con un principio básico: la integridad de la información.
Esto significa que los registros obtenidos no pueden ser alterados, manipulados o editados sin invalidar su valor legal.

“Es fundamental que la evidencia digital siga una cadena de custodia igual de rigurosa que una huella o un arma”, explica Patricio Mella, perito forense en informática de la PDI.
“Un error en la descarga o en el traspaso puede hacer que el tribunal la descarte.”

Por eso, los investigadores trabajan con formatos estandarizados, respaldos múltiples y herramientas de verificación criptográfica.
El objetivo es garantizar que el archivo que se presenta ante el fiscal sea idéntico al original capturado por el sistema de seguridad.

5. Tecnología en manos del crimen: un nuevo desafío

La otra cara de la digitalización es que los delincuentes también aprenden.
Algunos grupos criminales han comenzado a bloquear señales de cámaras o inutilizar sensores, utilizando dispositivos de interferencia conocidos como jammers.
Otros manipulan grabaciones o simulan alarmas falsas para distraer a la policía.

“El delito se profesionalizó”, reconoce el fiscal Carrasco. “Hoy necesitamos peritos especializados en análisis forense digital, porque los delincuentes también entienden de tecnología.”

Para enfrentar esto, las fiscalías trabajan con equipos mixtos que integran policías, técnicos de empresas de seguridad y expertos en telecomunicaciones.
El intercambio de información entre el sector público y el privado se ha vuelto esencial para anticipar y desarticular redes criminales.

6. La colaboración público-privada: una estrategia clave

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La mayoría de las imágenes y registros utilizados en investigaciones de homicidio provienen de sistemas privados: condominios, empresas o negocios.
Esa realidad ha impulsado nuevas políticas de cooperación.

Municipalidades como Las Condes y Vitacura mantienen convenios con empresas de seguridad para compartir imágenes de CCTV en tiempo real con las centrales de Carabineros.
En otras comunas, como San Miguel y Peñalolén, los propios vecinos entregan registros de sus alarmas y cámaras a los fiscales cuando ocurre un crimen cercano.

“Cada ciudadano con una cámara o una alarma se convierte, sin quererlo, en parte del ecosistema de seguridad”, dice Fernando Soto, especialista en prevención urbana.
“Pero también en parte de la justicia, porque esos datos son los que muchas veces resuelven los casos.”

7. Casos emblemáticos: cuando la tecnología habló primero

En 2024, un caso de homicidio ocurrido en Independencia fue resuelto gracias a un sensor de movimiento que detectó actividad inusual en un pasaje a las 2:46 a.m.
La información coincidió con la hora en que un vecino escuchó los disparos.
El cruce de datos permitió establecer la ruta de escape y capturar al responsable en menos de tres días.

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Otro caso, en Antofagasta, se resolvió mediante la integración de sistemas de alarma con lectura automática de patentes.
Los investigadores rastrearon un vehículo que había pasado por la escena del crimen y que, días después, fue hallado abandonado en otra región.
La tecnología, una vez más, completó lo que los testigos no pudieron recordar.

8. Futuro: inteligencia artificial y predicción del delito

La investigación criminal chilena avanza hacia la automatización y el análisis predictivo.
Herramientas basadas en inteligencia artificial permiten identificar patrones de conducta criminal, reconocer rostros y asociar eventos en distintas zonas.

El objetivo no es reemplazar el trabajo humano, sino potenciarlo.
“La máquina no interpreta, pero detecta lo que el ojo humano podría pasar por alto”, explica Mella, de la PDI.
“Eso nos permite actuar con mayor precisión y rapidez, sobre todo en delitos donde el tiempo es determinante.”

Se espera que, en los próximos años, la PDI implemente sistemas de integración en la nube que combinen cámaras urbanas, alarmas inteligentes y bases de datos de vehículos para crear mapas de riesgo en tiempo real.

9. Conclusión: la verdad está en los datos

El homicidio, el más grave de los delitos violentos, exige respuestas rápidas y pruebas irrefutables.
En esa búsqueda, la tecnología se ha vuelto un aliado indispensable.
Las cámaras, alarmas y sensores no solo protegen, sino que hablan, registran y recuerdan lo que el ojo humano a veces no puede.

Como recuerda la perito Gutiérrez, “una cámara puede mentir si se manipula, pero la verdad suele estar en los detalles: en un reflejo, en una sombra, en un sonido captado por un sensor.”

Y en un país donde la seguridad se ha convertido en una preocupación transversal, cada dato registrado, cada imagen guardada, acerca a la justicia y devuelve algo de paz a las calles.

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